Una “reunión” de los inhaladores de clefa en la avenida Aroma, en la que menudeaba el alcohol puro y la clefa, derivó en una pelea con navajas que dejó en situación crítica a uno de los “cleferos”.
Miembros del grupo de salvataje de la Fuerza Aérea Boliviana (SAR–FAB), que tienen su sede cerca del lugar del incidente, asistieron a la víctima y la trasladaron a Emergencias del hospital Viedma.
El rescatista segundo del SAR-FAB, Francisco Pinto, quien hace dos años estaba a cargo de la ambulancia de esta institución, relata que en el lugar no quisieron atender al inhalador de clefa.
¿Tiene cédula de identidad? ¿alguien lo está acompañando? Son las dos simples preguntas, con una misma respuesta (no) que los funcionarios les hicieron a los rescatistas. Y mediante este sutil cuestionario rechazaron el ingreso al hospital del inhalador de clefa.
Pinto afirma que la vida de esta persona estaba en riesgo y, según él, quizá ese factor influyó en la decisión del personal de turno, que no quería responsabilizarse por la posible muerte de un paciente desconocido.
Con este cuadro tan crítico, los voluntarios no podían desperdiciar los minutos suplicando atención, de modo que, sin pensarlo dos veces, los rescatistas llevaron al hombre a una clínica particular. Por fortuna, ahí sí le dieron los primeros auxilios.
El SAR-FAB explica que su labor culmina cuando dejan a la víctima en un recinto hospitalario, así que no están informados sobre la situación posterior a su atención, que le tocó afrontar al inhalador de clefa. Según Pinto, lo más probable es que lo hayan retenido en la clínica particular hasta que cancele su deuda.
El jefe de Planeamiento de Operaciones del SAR-FAB, Leonardo Jaldín, señala que el protocolo de su entidad les recomienda que evacúen a las víctimas al centro de salud más cercano del lugar de los hechos, pero son pocas las entidades que están dispuestas a atenderlas. “Depende mucho del criterio del médico”, comenta.
Cierta ocasión en la que Jaldín estaba retirándose después de cumplir su turno fue testigo de un accidente que sucedió justo frente a una clínica de la zona sur.
Tras este accidente fortuito, las víctimas estaban tendidas en plena vía pública. Sin embargo, al solicitar ayuda al personal del recinto, ellos literalmente, cerraron las puertas y apagaron las luces.
“No se dan cuenta que podrían colaborarnos en la estabilización del paciente”, cuestiona Jaldín.
Los voluntarios no tuvieron más opción que llamar a una ambulancia para que lleve a los heridos hasta Emergencias del hospital Viedma, el único espacio donde supuestamente “deberían recibir a personas no identificadas”, aunque esto no siempre se cumple a cabalidad.
UN EJEMPLO
Prueba de la aseveración de Jaldín es el caso de una muchacha de unos 22 años.
Era una noche tensa. Esta joven y su novio discutían acaloradamente debido a un conflicto pasional. El hombre, supuestamente influenciado por el calor del momento, tomó una navaja y le cortó una mano. En medio de su delirio, Jaldín dice que la joven se cortó la otra. Al final, la víctima perdió tanta sangre que se desmayó en una avenida cercana al Jardín Botánico Martín Cárdenas.
El SAR-FAB auxilió a la mujer y, de camino a Emergencias del hospital Viedma, intentó estabilizarla dentro de la ambulancia, pero fue complicado porque las heridas comprometían su vida.
A su llegada al Viedma el médico de turno rechazó el ingreso de la mujer.
“Nos dijo ‘no tengo espacio y además ésta es indigente. No va entrar’. (La chica) no parecía tener mucho dinero y directamente el médico dijo que no entra", cuenta Jaldín. La ambulancia peregrinó con la víctima en busca de otro centro hospitalario.
CAUSAS
El voluntario dice que son muchos los factores que intervienen en esta problemática de rechazo a pacientes en situación de emergencia, una de ellas es el tema de la logística.
Según Jaldín, la mayor parte de los hospitales del departamento no cuenta con una unidad de emergencias adecuada para socorrer víctimas.
Por otra parte, habitualmente los accidentes, por ejemplo de tránsito, casi siempre comprometen a varias personas y los causantes dejan a su suerte a la víctima y huyen para que no se les responsabilice de los hechos.
Entonces, hasta que el SAR-FAB contacte a la familia o verifique los documentos de identidad, pierde minutos que son valiosos para salvar la vida de la víctima.
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