domingo, 27 de abril de 2014

Así nació el “Gastro” y se convirtió en un referente

En 2005, a la oficina de Cooperación en Salud para Latinoamérica,de la Agencia de Cooperación Internacional de Japón (JICA) en Tokio llegaron casi paralelamente dos solicitudes de instituciones de países sudamericanos para la implementación de un curso de entrenamiento en gastroenterología para la región.
"No estaba programado pero por casualidad llegaron dos propuestas”, recuerda Hajime Tsuboi, quien era el responsable de esa legación. Una de las solicitudes la enviaba una universidad de Chile y la otra, el Instituto de Gastroenterología Boliviano Japonés (IGBJ) de La Paz.
"Nosotros en JICA teníamos que escoger una de las dos”, recuerda Tsuboi, quien ahora se desempeña en La Paz como director representante residente (a.i.) de JICA.
Luego de analizar ambas propuestas se aceptó el proyecto boliviano.
Para tomar la decisión -afirma Tsuboi- primó el prestigio del IGBJ, que fue la primera obra de la cooperación del Gobierno japonés en Bolivia, y el hecho de que, en 2004, el instituto fue nombrado por la Organización Mundial de Gastroenterología (OMG) como Primer Centro de Entrenamiento para Gastroenterología y Endoscopia Digestiva para Latinoamérica.
El nacimiento
Si bien el nacimiento del IGBJ data del 27 de abril de 1979, la labor que lo consolidó comenzó años antes, pues en 1976 se había iniciado un proyecto de cooperación y los primeros becarios de La Paz, Cochabamba y Sucre ya estaban en Japón.
Uno de los primeros becarios fue el actual director del Centro de Entrenamiento para Gastroenterología y Endoscopia Digestiva para Latinoamérica, el doctor Guido Villa-Gómez Roig, quien poco después de llegar a Tokio tuvo conocimiento del proyecto.
La primera persona con la que Villa-Gómez entabló contacto en Japón fue el profesor Toshihiko Kamegai, del departamento de cirugía de la Universidad de Toho, quien había sido nombrado jefe del Proyecto de Cooperación en Gastroenterología.
Villa-Gómez supo que las gestiones para la consolidación del proyecto de cooperación eran realizadas por diplomáticos y médicos bolivianos y japoneses, entre quienes se destacaba el doctor boliviano Arnold Hofman-Bang Sotelo, a quien conoció pocos días después.
Así, Villa-Gómez comenzó una relación muy cercana con Hofman-Bang, a la cual se sumó el embajador de Bolivia en Japón de aquel entonces, Walter Montenegro. Luego a este equipo se sumaron otros profesionales como el doctor Thoru Abei, con quienes se conformaron la primera, segunda y tercera misiones que llegaron a Bolivia.
La esposa del doctor Hofman-Bang, la doctora Chikako Inoue, acompañaba a todas las misiones que llegaban al país como intérprete, ya que domina el español.
Infraestructura
El proyecto de cooperación inicial sólo incluía la dotación de equipos de gastroenterología, pero luego del retorno de una de las misiones de observación se decidió apoyar también en la construcción en La Paz, Sucre y Cochabamba de tres institutos de gastroenterología. Fueron elegidas estas ciudades porque eran las únicas que en ese entonces contaban con carreras de Medicina.
La construcción en La Paz comenzó en 1978 en terrenos que pertenecían al Ministerio de Salud y las obras concluyeron el 27 de abril de 1979.
La edificación fue planificada en Japón y Villa-Gómez también participó en este proceso. "Allá trabajé juntamente con médicos y arquitectos. Nos reuníamos los martes”, recuerda.
Meses antes de la inauguración, el especialista retornó al país junto con un grupo de expertos japoneses que luego trabajó por tres años, tiempo en que se consolidó la transferencia de tecnología.
"Había técnicos, cirujanos, médicos patólogos, clínicos, técnicos en radiología, técnicos en laboratorio clínico”. "Con ellos conformamos un equipo muy grande que estaba bajo el liderazgo nacional del doctor Hofman-Bang y la contraparte japonesa bajo la responsabilidad de la primera coordinadora del proyecto de cooperación, que fue la doctora Chikako Inoue”.
Así fue como el IGBJ comenzó a funcionar el 27 de abril de 1979. "Nos entregaron un instituto totalmente equipado, no solamente desde el punto de vista médico, sino también mobiliario; todo llave en mano”, recuerda Villa-Gómez.
Tsuboi afirma que el Gobierno japonés decidió construir los tres institutos porque tomaron consciencia de las necesidades de un país como Bolivia, donde debido al ritmo de vida se esperaba un incremento de pacientes afectados en su sistema gástrico digestivo.
"Después de 35 años estamos conscientes del incremento de la demanda de las enfermedades y de los pacientes con ese tipo de problemas (gastrointestinales)”, dice el representante de JICA. "Cada vez es más importante tener médicos capacitados y especializados en esta área”.
Bases filosóficas
Luego de la inauguración, a la contraparte boliviana le tocó hacer la selección y contratación de personal. El IGBJ comenzó a funcionar normado por programas y protocolos claramente establecidos, de acuerdo con las líneas de la escuela médica japonesa.
Estas líneas fueron las que después, con el transcurso de los años, hicieron que el IGBJ se distinguiera entre las otras instituciones públicas de salud. Villa-Gómez dice que el doctor Hofman-Bang y el profesor Toshihiko Kamegai sentaron las bases filosóficas y espirituales de la institución.

De su estadía en Japón, Villa-Gómez recuerda la capacidad de trabajo, la responsabilidad, el trabajo en equipo y, sobre todo, el respeto, que priman en las relaciones sociales de los japoneses, lo cual se trata de replicar y transmitir en el IGBJ. A ello se suman los valores de calidad y calidez para con los pacientes.
"Eso es lo que nosotros tratamos de transmitir”, afirma el especialista, quien habla del "espíritu y filosofía de la institución”. "El espíritu y filosofía tienen un fuerte componente japonés que nosotros tratamos de transmitir como parte de la enseñanza en nuestra institución”, afirma.
Pero Villa-Gómez también recuerda a la Universidad de Toho, que es "la madre de la institución”. Esta prestigiosa institución fue designada por el Gobierno japonés como contraparte universitaria para el proyecto de cooperación. Por ello, muchos especialistas de esta universidad fueron quienes llegaron a Bolivia para capacitar al personal del IGBJ.
"Muchos médicos (bolivianos) que ahora ocupan puestos importantes fueron capacitados en Japón a través de este programa”, resalta Tsuboi. Uno de ellos es el galeno Ernesto Loza Carrión que es el director interino del IGBJ.
"Toda mi vida”
El médico Ernesto Loza recuerda que cuando el edificio se construía en 1978 él era estudiante y cuando se inauguró en 1979 le tocó hacer prácticas en las flamantes instalaciones.
En 1981 hizo su internado de último curso y más adelante su residencia en Medicina Interna y después en Gastroenterología Clínica. Finalmente se quedó como médico de planta de la institución.
Varios años después, en 1993, Loza hizo una subespecialidad en Japón, donde permaneció durante ocho meses. A su retorno se desempeñó como jefe de tomografía.
Loza también fue jefe de enseñanza y desde hace dos años es director interino y cursa un diplomado en Gerencia de Hospitales en la división de postgrado de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA).
"He estado en la institución prácticamente toda mi vida”, dice Loza, quien reconoce que el doctor Hofman-Bang ejerció una influencia particular en su trayectoria.
El galeno Hofman-Bang tenía una personalidad fuerte, sumamente emprendedora y con una gran visión para las relaciones internacionales, pues además hablaba varios idiomas. También conocía muy bien la cultura japonesa, por lo que escribió el libro Japón y los japoneses, recuerda Villa-Gomez.
"Hofman-Bang era la persona ideal y tal vez irreemplazable para ese momento de la institución”.
Su esposa, la doctora Chikako Inoue, a pesar de ser ginecóloga, por un tiempo se dedicó a la coordinación del proyecto y ahora reside en Japón, adonde retornó luego del fallecimiento de Hofman-Bang.
Debido a que le detectaron una fibrosis pulmonar, Hofman-Bang tuvo que trasladarse a Santa Cruz de la Sierra. Villa-Gómez recuerda que un día el director fundador le llamó de la capital oriental y le comunicó que estaba internado. "No me siento bien”, le contó.
Villa-Gómez viajó a la capital cruceña y comprobó que Hofman-Bang estaba muy mal. "Lo traje acá (La Paz) y aquí lo atendimos hasta el día de su muerte, que fue el 27 de abril de 1997”, dice el especialista.
Loza recuerda el momento en que luego de llegar a La Paz e internarse, Hofman-Bang requería que se le practicase una biopsia, que era justamente lo que el actual director del Instituto Gastroenterológico había aprendido en Japón.
Antes de ingresar en la sala donde se le practicaría la biopsia, Hofman-Bang vio a Loza y le comentó: "¿Quién iba a pensar que yo te mande para que aprendas esto, y ahora me lo tienes que hacer a mí?”.
El fundador del IGBJ hacía referencia a 1993, cuando al ser director de la institución, el doctor Loza había partido a Japón para aprender a hacer tomografías y biopsias por tomografía.
Así, el día del aniversario número 18 del IGBJ, Hofman-Bang falleció y sus restos fueron cremados. Tras el deceso, la doctora Inoue retornó a Japón, donde ahora ejerce como especialista en ginecología.
Ella está en permanente contacto con quienes conoció al dar vida al IGBJ, pues incluso el doctor Villa-Gómez y su esposa la visitaron en septiembre del año pasado.
Satisfacciones
En los 35 años de vida del IGBJ, la mayor satisfacción de Villa-Gómez, que ha sido director en dos ocasiones, es ver que a pesar de las dificultades del sistema de salud pública del país, la institución se mantuvo en la línea de trabajo trazada al momento de su fundación, que se basa en la asistencia a las enfermedades digestivas, en la docencia y en la investigación.
A estos pilares se ha añadido un compromiso social que tiene su base en la atención a diferentes comunidades del país. La Proyección a la Comunidad comenzó en 1992 y desde entonces los especialistas del IGBJ han acudido a poblaciones como Tupiza, Cobija, Reyes, Rurrenabaque y muchas más; incluso en Puno (Perú) atendieron a sus pobladores, recalca el doctor Loza. Además tienen convenios con diferentes hospitales como el de Villazón, o los de Huanuni, Sucre, Cochabamba, Santa Cruz, Trinidad, Cobija y muchos más.
TRAINING CENTER
Con el paso de los años, el IGBJ fortaleció sus procesos de atención a los pacientes así como de docencia e investigación, lo cual fue reconocido por la OMG, que en 2004 lo incorporó en su programa de Training Centers o Centros de Entrenamiento.
Este reconocimiento no sólo ha beneficiado a médicos bolivianos, sino también al resto de Latinoamérica, ello a través del curso internacional que fue aceptado por el JICA en 2005 y desde entonces se lleva a cabo de manera ininterrumpida.
Como Training Center, el IGBJ organiza cada año el Curso Internacional de Avances en Gastroenterología y Endoscopia Digestiva, que se desarrolla en los meses de marzo o abril. Hace pocas semanas, entre el 2 y 6 de abril, se realizó la décima versión, en la cual participaron especialistas de 17 países, como Japón, Estados Unidos, Brasil, Argentina y Canadá, entre otros.
En esta versión, los participantes utilizaron el nuevo sistema de videoendoscopia de alta definición, que en semanas pasadas fue donado por JICA.
El componente de tipo social del curso internacional se desarrolla en el hospital de Copacabana, donde los especialistas permanecen dos días, tiempo en que atienden de forma gratuita a la población.
Como Training Center, en el IGBJ también se lleva a cabo un programa de entrenamiento individual en endoscopia digestiva, que dura cinco meses y que beneficia a cinco profesionales por año. Ahora cumplen su entrenamiento una profesional boliviana y otro argentino, y para el segundo semestre se espera la llegada de profesionales de Perú, Costa Rica y Bolivia.
En total, cada año se reciben en el IGBJ más de 110 solicitudes, de las que 32 becas se otorgan para el curso internacional y cinco para el entrenamiento individual. Una de estas becas la confiere la Asociación Interamericana de Gastroenterología.
"Todo esto se basa en una filosofía y un espíritu de trabajo porque son acciones voluntarias que no obedecen a una obligación, sino a un deseo de servicio a la comunidad”, dice el director del Training Center, el doctor Guido Villa-Gómez Roig.

El espíritu y filosofía tienen un fuerte componente japonés que nosotros tratamos de transmitir como parte de la enseñanza en nuestra institución, afirma el doctor Villa-Gómez.

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