domingo, 26 de marzo de 2017

Niños, a la espera de trasplantes que muchas veces no llegan

Son pocos los meses que le quedan a Claudia (nombre que protege su identidad) para conseguir un donante de riñón que pueda salvarle la vida.

Con tan solo dos años, esta niña que nació con problemas congénitos es un ejemplo de vida que ha sabido luchar por mantenerse respirando.

Desde hace más de 20 meses el dolor de las agujas lo atormentan, pero para ella la rutina de asistir al hospital se ha hecho tan común que las molestias son cada vez menos. Su riñón se deteriora día que pasa, por lo que requiere de un trasplante.

Claudia, que fue abandonada por sus padres y vive en un centro de acogida, no cuenta con un familiar que pueda darle la oportunidad de librarse de las máquinas, solamente una persona solidaria podría hacerlo.

Esa ilusión llegó a su vida el año pasado, cuando un donante vivo le aseguró que le daría su órgano, pero en medio de los preparativos para el trasplante el hombre decidió no hacerlo, devolviéndole a Claudia la incertidumbre de su futuro.

Cuando los niños no cuentan con familiares cercanos o no hay compatibilidad entre ellos para una donación, la esperanza de vida de los pequeños enfermos renales crónicos se desvanece. Otras veces es muy tarde para hacer la cirugía advierte el nefrólogo del Centro Médico Quirúrgico Boliviano Belga, Fernando Rengel, quien hace más de un año no pudo realizar el trasplante de una niña recién nacida porque el órgano ya estaba demasiado dañado y falleció.

En los últimos dos años, la Clínica Belga solamente realizó un trasplante a un niño indígena de 12 años, mientras que, en el Centro de Hemodiálisis del Hospital Manuel Ascencio Villarroel ningún niño todavía fue enviado a quirófano.

El nefrólogo pediatra Pablo Dávila señala que no hay un cirujano en esta especialidad y tampoco urólogo, cardiólogo y neurólogo que puedan formar un equipo de transplante pediátrico en el centro público.

De los seis menores de edad que esperan un trasplante en el centro solamente uno está siendo preparado para ser operado en la Clínica Belga.

Debido a que el niño cuenta con un seguro y el Estado lo apoya, no pagará nada por el trasplante. Sin embargo, Dávila destaca la importancia de comenzar a realizar este tipo de trabajos en el Hospital del Niño, porque los pequeños no pueden estar mucho tiempo en hemodiálisis.

Lo ideal, según Rengel, es incluso pensar en el trasplante antes de que el enfermo sea conectado a una máquina de hemodiálisis, para que el órgano no se deteriore.

Cuestionó la falta de un programa estructurado de donación cadavérica, la última opción que le quedaría a un niño para salvar su vida cuando no hay familiares o compatibilidad entre ellos.

“Lo ideal es que el trasplante sea de un donante vivo, del padre, la madre u otro familiar”.

La experiencia les ha demostrado a los médicos que no todos los casos son iguales y que se presentan problemas con algunos donadores.

Para que un trasplante se haga realidad, el donante debe tener el mismo tipo de sangre que el beneficiario, además de estar en un buen estado de salud para no convertirse con el tiempo en un enfermo renal más.

LA IMPORTANCIA DE LA DONACIÓN

El responsable del Programa de Salud Renal del Servicio Departamental de Salud (Sedes), Ramiro Coca, informó que no han habido donantes cadavéricos hasta el momento.

Por ejemplo, las personas con muerte encefálica que no tienen ningún otro problema de salud pueden ser potenciales donantes, pero los familiares no permiten que el órgano sea utilizado para salvar vidas.

“En el último año hemos perdido cinco potenciales donantes porque la familia se oponía, y no podemos obligarlas”.

PASOS A SEGUIR

El protocolo que se debe seguir para un transplante de riñón en niños es el mismo que para los adultos y se basa en una serie de exámenes de compatibilidad para el donante y el beneficiario.

Las pruebas van desde laboratorios bioquímicos, serologías, pruebas de histocompatibilidad, exámenes complementarios de imágenes, ecografías, electrocardiogramas que pueden durar entre uno y dos meses.

Pero, en el caso de los niños también se debe tomar en cuenta otros parámetros como su estado nutricional, peso mínimo de ocho kilogramos, vacunas y edad que debe ser de 18 meses.

Rengel señala que la expectativa de vida de un niño con trasplante es muy favorable y que el riñón podría durar, en el mejor de los casos, hasta 15 o 20 años. Después se debe buscar otro donante.

Primera cirugía

El año 2014, en Cochabamba, se realizó el primer trasplante de riñón pediátrico con el programa del Ministerio de Salud a un niño de la etnia yuracaré, de 12 años.

Su padre fue el donante y después de haber recibido

el órgano, el niño nuevamente retornó a su población donde lleva una vida totalmente normal.


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