domingo, 26 de marzo de 2017

Gabriel, el niño más pequeño que pasa cuatro horas en la máquina

Su llanto se escucha en toda la sala de hemodiálisis. Su resistencia a ser conectado a la máquina que limpiará su sangre es evidente, mientras una enfermera empuja su silla de ruedas hasta la camilla donde pasará cuatro horas.

Todos tratan de animarlo y consolarlo para que supere el momento más difícil de cada tratamiento, que es el de recibir un pinchazo para poder extraerle la sangre.

Su madre no puede evitar soltar unas lágrimas mientras ve a su hijo llorar, temeroso por dializarse. Ese drama se repite todos los lunes, miércoles y viernes cuando Gabriel, el más pequeño de la sala del Centro de Hemodiálisis del Hospital del Niño Manuel Ascencio Villarroel recibe el tratamiento.

Una vez que el momento de la dolencia pasa todo cambia y el pequeño está dispuesto a ver una película o escuchar las historias que la compañera de la otra máquina tiene para contarle de su jornada en el colegio, al que un día Gabriel sueña con asistir.

¿Cuándo iré a la escuela? es una pregunta frecuente que le hace a su madre, pues extraña los momentos de aprendizaje en el aula que vivió el año pasado en un taller inicial de Quillacollo, municipio desde donde se traslada cada día junto a su progenitora.

Gabriel y Mary son inseparables, él es el más pequeño y el único varón en su familia, y debido a su delicado estado de salud, su madre lo lleva al hospital, al trabajo y a donde tenga que ir.

“No me despego de él por nada, tengo que controlar lo que come y lo que hace, porque de eso depende su estabilidad”, dice su madre.

Hace un mes que Gabriel está atado a una máquina de hemodiálisis y eso ha cambiado totalmente la rutina de su familia.

Su madre ha tenido que dejar de trabajar algunos días de la semana para llevarlo al hospital.

Mary asegura que todo se trató de una negligencia médica de un pediatra que atendió a su hijo en el municipio de Quillacollo.

Gabriel nació con pie bot, una deformidad congénita en el pie que puede llegar a afectar a los músculos, tendones y vasos sanguíneos.

Para solucionar el problema fue sometido a dos operaciones, la primera realizada en Cochabamba sin éxito y una segunda en La Paz donde se pudo mejorar su situación.

Mary, la madre de Gabriel, todavía recuerda que el médico le dijo que tras la operación cualquier órgano del niño podría ser afectado.

En este caso fue el riñón, pero el pediatra no lo pudo detectar.

Desde los tres años, el pequeño comenzó a presentar algunos síntomas del daño en este órgano. Se sentía cansado y agitado, pero el pediatra solamente le dio medicación y no lo derivó con un nefrólogo.

El 2 de febrero fue el peor día para la familia de Gabriel, presentó una agitación, como si hubiera corrido demasiado o realizado alguna actividad física, pese a que recién se había levantado.

Sus padres no sabían a dónde acudir, primero lo llevaron al hospital Albina Patiño y, ante la falta de un nefrólogo en ese centro, lo derivaron a Emergencias del Hospital del Niño. Allí se le dignosticó la insuficiencia renal crónica.

Cuando su madre recibió la información de la enfermedad rompió en llanto al saber que su hijo viviría atado a una máquina para que su riñón no se continúe deteriorando.

Ha pasado un poco más de un mes de ese diagnóstico y su familia todavía está afectada.

La enfermedad ha cambiado la rutina de todos, ya que tuvieron que adecuarse a los horarios de las hemodiálisis.

Tres veces por semana, Mary y su hijo no almuerzan en casa, porque pasan más de cuatro horas en el hospital, desde aproximadamente las 11:00 hasta las 17:00 horas.

Gabriel es la alegría de su casa y de sus dos hermanas, de 12 y 15 años, que tampoco entienden muy bien la enfermedad que el pequeño padece.

Mary se resiste a pensar que algo malo pueda pasar con su hijo.

“Me duele verlo así y él se da cuenta que sufro por su enfermedad. Ojalá se pueda sanar”.

Su padre le donará su riñón

Sin muchas vueltas que darle al asunto, la familia de Gabriel ya decidió que el pequeño sea sometido a un trasplante de riñón, para evitar el deterioro de su salud con las sesiones de hemodiálisis.

Aunque el tiempo que está en el Hospital del Niño Manuel Ascencio Villarroel todavía es corto, sus padres ya han tomado la decisión y esperan, el próximo mes comenzar a realizar los análisis para la donación del riñón.

El padre es el principal interesado en devolverle una vida normal a Gabriel después del trasplante y será él quién le otorgará el órgano.

Su madre, Mary, padece de reumatismo y tiene dolencias muy fuertes y teme no poder ser donante en caso de que su pareja no tenga el 100 por ciento de compatibilidad.

Sin embargo, existe también la posibilidad de que sus hermanas lo puedan ayudar con un riñón sano.

Para que Gabriel sea sometido a una operación todavía se debe esperar un tiempo para que recupere su peso y pueda entrar en óptimas condiciones a la cirugía.

4 Años

Gabriel tiene tan solo cuatro años y nació con la enfermedad del pie bot (afección congénita en uno de los pies). Le operaron dos veces, pero su salud empeoró después, al quedar dañado su riñón.

Colegio

El mayor sueño de Gabriel es retornar a la escuela. Este año le tocaba cursar el prekínder, pero por el tratamiento no puede asistir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario