miércoles, 21 de septiembre de 2016

Reflexiones en su día Médico está inmerso en la coexistencia humana

El médico es un hombre como los demás. Pero, por su labor no se puede discutir que el médico está inmerso de manera singular, como la figura fundamental de la coexistencia humana.

Es él, quien une al hombre necesitado con su ayuda; es decir el médico quiérase o no, es el eslabón que une la necesidad con la solución.

Según el médico español, Ramón Sánchez Ocaña, la sociedad ha “perforado” la idea de que se pueden comprar los cuidados médicos, como si se tratara de cualquier otra operación comercial (…) evidentemente, no es así. No se compra ni una dedicación, ni una paciencia ni siquiera una sonrisa.

Agrega que no podemos llegar al absurdo de creer en una tecnificación que piensa que la medicina es una ciencia que administra enfermedad y produce salud. Y no es así, afortunadamente. Pero puede parecerlo.

MÉDICO-HOMBRE

Es verdad que en los últimos años ese hombre médico está centrándose casi de forma exclusiva en lo práctico. En los últimos años han aparecido técnicas de diagnóstico y de terapéutica muy eficaces, que han propiciado la concepción del hombre como máquina compleja, pero susceptible de alteración y reparación (...) Poco más o menos se abre camino la idea de que la máquina humana necesita casi más a un ingeniero que a un médico (...) Y por otro lado, nos encontramos con el modelo social en que vivimos, que exige la inmediata incorporación del hombre-máquina averiado a su sistema de productividad. Por uno y otro motivo, el pobre ser humano se va haciendo una máquina y, por tanto, el médico, su maquinista.

Advierte que es importante que recuperemos para el médico ese sustantivo de hombre. Porque así podremos decirle a la sociedad que el trato entre hombres es siempre a través de una relación humana y no de simples papeles.

HOSPITAL-GARAGE

El hospital se ha convertido en una especie de garaje, su organismo en una máquina más o menos perfecta que necesita un nuevo ajuste. Y exige, además en ese juego de tecnificaciones, que el arreglo sea rápido, a base de los medios más racionales y con el menor esfuerzo psíquico por su parte. Porque necesita -dice- volver al trabajo lleno de fuerza. Curiosa paradoja.

Y exige que por vía medicamentosa se le cure todo. Desde el estado de ánimo, hasta el más mínimo problema físico. Sin darse cuenta de que en la inmensa mayoría de los casos, lo que tiene infectado es el fondo de su propia existencia, de su vivencia personal.

TECNOLOGÍA MÉDICA

Lo más curioso es que no se está maravillando de la técnica, sino que está poniendo por encima de cualquier otra circunstancia, ese “Yo” egoísta y primario al que le lleva una sociedad que le hace creer que eres un “Yo” así de grande (...) Quizá para contrarrestar la idea que el hombre de hoy tiene de la técnica. Porque el hombre de hoy mira el progreso con un temor casi mágico; como un miedoso aprendiz de brujo, preguntándose a dónde le llevará todo esto.

De momento, no ve más que el reflejo de lo que le dicen. Y lo ve mientras, en efecto, le duele la cabeza. Y además, comprueba que no existe una máquina a la que apretando un botón emita unas ondas que eliminen el dolor o la desesperanza (…) En definitiva, ha llegado a la conciencia del hombre de hoy, la idea de la perfección.

Y el hombre, ingenuo, se lo ha creído (...) Se ha creído ser poco más o menos que un superhombre. Sin mirarse los pies de barro que a la más mínima lluvia, se deshacen (...) Por eso habría que recuperar de la forma más humana posible, ese sustantivo de hombre para el médico. Porque precisamente desde su trabajo, puede ir sembrado un poco de humanidad en este mundo en donde el hombre ha pasado a ser un número, un dígito, un punto, un expediente.

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