lunes, 30 de noviembre de 2015

Juan Carlos Diez de Medina, un médico con la profesión a flor de piel

Quien lo conoce como dermatólogo tiene una historia que contar. Ésta, generalmente, se relaciona con el diagnóstico inmediato y certero que suele dar o la receta de medicamentos simples -a veces hasta cosméticos de uso cotidiano- para resolver problemas serios de la piel. Obtiene éxito con medicamentos ya prescritos que no tuvieron resultado. Para eso puede modificar las dosis o establecer otros horarios para su ingestión. También se dice de él que es un hombre tremendamente generoso y desprendido, porque "sabe reconocer cuándo y a quién cobrar”.
Juan Carlos Diez de Medina, paceño y miraflorino de nacimiento, es uno de los dermatólogos más reconocidos de Bolivia y también de varios países de la región porque su fama ha traspasado fronteras. La muestra es que cada año es invitado al menos a 15 congresos internacionales en los que comparte sus conocimientos y descubrimientos científicos, sobre todo, sobre el cáncer de piel en la altura. Dos de las paredes de su consultorio lucen decenas de diplomas que dan fe de ese prestigio y reconocimiento. Es miembro de las sociedades de dermatología de Chile, Argentina, Paraguay, Venezuela y, por supuesto, Bolivia.
"Médico, siempre quise ser, y cuando estaba en tercer año de Medicina supe que debía ser dermatólogo porque me llamaban la atención las lesiones de la piel”, dice el médico que estudió en la Universidad de San Andrés.
Entonces la especialidad era una "cenicienta” -dice- porque la gente creía que los problemas de la piel no se curaban. A eso se sumaba que había roto la gran tradición de su colegio, el San Ignacio, que formaba jóvenes que, en general, seguían carreras relacionadas con las ciencias exactas.
Diez de Medina se graduó en 1988 e hizo su internado en el Hospital de Clínicas. En 1990 viajó a Chile para hacer su primera especialización. Entonces ya tenía un matrimonio de seis años con Ximena Rojas, un hijo de cinco, Carlos Reynaldo, y su hija Estefanie estaba en camino.
Después de terminar la especialización que le tomó tres años, regresó a Bolivia, pero sólo se quedó unos meses porque descubrió que tenía falencias en dermatología tropical y tumores en la piel. Entonces se dirigió a Brasil. Allí estudió un año. Inmediatamente después viajó a Estados Unidos, donde, durante tres meses, aprendió a manejar equipos láser.
"Con eso completaba lo que pensaba hacer en la parte dermatológica y regresé a Bolivia para iniciar mi consultorio”, cuenta el médico de 53 años.
Para montar su consultorio ocupó uno de los departamentos que tenían sus padres en la calle Panamá de Miraflores, donde su madre, Eugenia, tenía un restaurante, El quebracho, donde deleitaba con la gastronomía de su natal Tarija.
El dermatólogo atendía en la tardes porque en las mañanas trabajaba en el Hospital San Gabriel. A mediados de los 90 decidió extenderse a la zona Sur, donde hoy recibe a sus miles de clientes, que lo aprecian y respetan por su trabajo y su gran calidad humana.
Quienes lo conocen destacan su gran generosidad. Uno de sus amigos recuerda que cuando hizo su especialización en Chile "hizo un importante descubrimiento”, pero en vez de atribuírselo, le puso el nombre de uno de sus maestros, en reconocimiento a los conocimientos que le había transmitido.
A esto se suma el servicio que brinda a personas de bajos recursos, pero de eso no quiere hablar. "Que lo que hace tu mano derecha no lo sepa la izquierda”, dice.
Diez de Medina es un médico que ha formado a decenas de profesionales. Cada año recibe a uno o dos colegas, incluso extranjeros. Los que pasaron por su consultorio recuerdan que, además de guiarlos, cada día les encargaba leer una lección que debían repetir antes de comenzar a trabajar.

Para el médico, la actualización constante es parte del secreto de llegar a ser una gran profesional. Por eso se ha embarcado en cientos de investigaciones y en la producción bibliográfica, en la que ya se anota, al menos, 40 publicaciones.



"Que lo que hace tu mano derecha no lo sepa la izquierda. La medicina es una carrera de humanidad, para curar a la gente”.

En 2013, Diez de Medina fue nombrado Disertante Jacinto Convit


En 2013, el dermatólogo boliviano Juan Carlos Diez de Medina recibió el honor de ser nombrado Disertante Jacinto Convit, médico que en 1988 fue nominado al Premio Nobel de Medicina porque descubrió la vacuna contra la lepra.
El reconocimiento es uno de los más codiciados por los dermatólogos de Latinoamérica, porque corona una carrera llena de logros y contribuciones científicas, como las que ha realizado Diez de Medina, sobre todo, en el campo del cáncer de piel en la altura.
"Cada año, el dermatólogo más destacado de Latinoamérica es invitado a dar la conferencia. Es seleccionado entre los más destacados”, comenta el dermatólogo boliviano.
El acto se llevó a cabo en Venezuela, donde se lo realiza cada año porque Jacinto Convit (1913-2014) nació en ese país. Antes de su disertación ante cientos de médicos, Diez de Medina recibió un homenaje muy emotivo que consistió en una semblanza de su vida profesional y personal, cuenta.
Y en la lista de logros de este médico también se anota el haber sido nombrado Profesor Honorario de la Sociedad Chilena de Dermatología y el haber contribuido con su investigación a contenidos de importantes libros elaborados incluso por expertos en dermatología estadounidense. "He logrado lo que siempre quise: escribir libros y artículos, lo que me ha dado éxito en la academia. El éxito en mi profesión, el que me atribuyen mis pacientes, se debe a que considero que los pacientes son mis amigos y que mi objetivo es curar, no ganar”, asegura el dermatólogo.

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