sábado, 7 de noviembre de 2015

El Obrero, pionero en el trasplante de riñón

El 1 de noviembre de 1979, cuando el coronel Alberto Natusch Busch, exministro de Hugo Banzer, ejecutaba un sangriento golpe de Estado contra el presidente Wálter Guevara Arze, en las cercanías del cerro Laikakota, una bala perdida alcanzó a un joven en la cabeza y lo dejó sin vida. Dicen que era de Atocha.
Para intentar auxiliarlo, lo llevaron al Hospital Obrero, pero llegó muerto. En el nosocomio se vivía una gran confusión, sin embargo, los médicos de nefrología reaccionaron de inmediato al conocer la presencia del cadáver del joven.
Tenía muerte cerebral, pero con respiración artificial se podía rescatar sus órganos, sobre todo los riñones, para trasplantarlos a alguno de los pacientes que sobrevivía en el hospital con tratamientos de hemodiálisis.
Con los medios que tenían, los doctores realizaron algunos exámenes y determinaron que los riñones del fallecido eran compatibles con el organismo de uno de los 100 pacientes: Teófilo Poeta.
De inmediato, el grupo de médicos encabezado por el doctor Néstor Orihuela ingresó al quirófano para realizar el trasplante. Eran las 11:00. Salieron a las 12:30, cuando Teófilo comenzó a orinar se demostró que el trasplante de riñón había sido un éxito.
"Había tiros por todo lado. Yo era residente. Terminó el trasplante y estuve a cargo del cuidado del paciente. Su primera orina salía con color a oro. Fue una belleza ver al joven recuperar su salud”, recuerda Carlos Guachalla.
"Fue el primer trasplante de riñón en Bolivia, nuestra primera experiencia. Se lo realizó con un donante cadavérico y no se contaba con todas las condiciones”, expresa con orgullo Alfredo Arratia, jefe de Urología del Hospital Obrero.
El hecho es uno de los hitos que enorgullece al hospital, mandado a construir en 1947 por el presidente Enrique Hertzog e inaugurado el 31 de octubre de 1955 por Víctor Paz Estenssoro, para atender a los mineros afiliados al Seguro y Ahorro Obrero que sufrían accidentes de trabajo y sucumbían por la tisis, o mal de mina, hoy conocida como tuberculosis.



"Los trabajadores sólo hablaban de la operación. Conectaron las señales de las cámaras del quirófano al auditorio y todos vimos el trasplante, incluso llegaron periodistas. Fue muy emocionante”, recuerda Jesmy Villa, que entonces era recepcionista del hospital.
La mujer añade que el paciente, después de recuperarse, terminó trabajando en el hospital, primero como ascensorista y luego como trabajador manual.
En 1979 el hospital tenía 19 años funcionando con toda su capacidad (300 camas). Su cobertura se había ampliado con las especialidades que requería un hospital de tercer nivel y atendía también a los trabajadores asegurados en aplicación del Código de Seguridad Social, aprobado en 1956.

En sus 60 años, el Obrero no amplió la capacidad de su infraestructura, pero cada año atiende 60.000 consultas, 12.000 internaciones, 6.500 cirugías y 29.000 atenciones de emergencia con 142 médicos, 212 enfermeras y 180 auxiliares. Es uno de los hospitales de la Caja Nacional de Salud, que cubre a dos millones de asegurados.

Primero en formar médicos residentes

El Hospital Obrero de la ciudad de La Paz también es el pionero en la formación de médicos residentes. Comenzó esa tarea en 1972.
La gran mayoría de los actuales médicos se formaron en el mismo hospital. El jefe de Anestesiología, Freddy Rocabado, recuerda con admiración a su maestro Antonio Cañaviri. "Me agarraba las manos y me decía: Freddy, tienes que manipular así los instrumentos, tienes que moverte así”, rememora. Añade que hace 25 años los residentes eran "los monitores de los pacientes”. "Nos quedábamos pegados al paciente, controlando con nuestro pulso su frecuencia cardiaca”, dice.

Tres nombres a lo largo de una historia de 60 años

En 1947 se comenzó la construcción del Hospital Obrero en la ciudad de La Paz, y a lo largo de los años tuvo tres nombres.
De acuerdo a la revista Hospital Obrero 1, cuando el nosocomio se construía en terrenos aledaños a la fábrica Said, en Pura Pura, se denominaba Doctor Claudio Calderón, pero, cuando la obra fue llevada y concluida en Miraflores, debido a la inestabilidad de suelos en la Said, el nosocomio fue nombrado Víctor Paz Estenssoro.
Años después, la Caja Nacional de Salud lo cambió a Hospital Obrero N° 1.

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