domingo, 20 de septiembre de 2015

100 por ciento médicos por vocación

Son las tres de la mañana y el teléfono suena. En una familia normal este repique sería una molestia; pero, para aquellas que tienen a un médico en su seno ese sonido es un llamado de emergencia para cumplir con su juramento y salvar una vida.

Es que el juramento hipocrático va más allá de las meras palabras, es la guía práctica de esta profesión; mostrando que un médico tiene la responsabilidad total de una vida en sus manos y tiene la obligación moral de emplear todos sus conocimientos para preservar la salud.

Así pasan los días, los meses y los años y sin darse cuenta van dejando su vida detrás de su bata blanca. ¿A qué y cuántas renuncias debe hacer un profesional de la salud? ya que no limitan su práctica profesional a días hábiles y horarios especiales; no tienen fines de semana completos, a veces renuncian a varias actividades familiares o incluso dejan a medias sus vacaciones.

Mañana 21 de septiembre, se celebra el Día del Médico Boliviano; por esta razón, la Revista Así quiere realizar un homenaje a estos profesionales, destacando la trayectoria de dos reconocidos médicos cochabambinos: el neumólogo Alfredo Maldonado Rossetti, con 40 años de actividad y el cirujano cardiovascular Carlos Brockmann Tardío, con 25 años de experiencia.



trabajo a todo pulmón

Al ingresar a su consulta se observa que Alfredo Maldonado es un fiel amante de la literatura, por el librero lleno que tiene a un costado de su consultorio. Nada se encuentra fuera de lugar. Sobre el escritorio hay varios adornos, pero sin duda destaca el reloj de arena, ubicado en una esquina, que Maldonado vuelca cuando comienza a conversar con su paciente, quizá para garantizar un trato igualitario a todos sus pacientes.

Este destacado profesional se destaca por su personalidad serena y reflexiva, rasgos que se reflejan en cada respuesta que emite.

Sobre su vocación médica, Alfredo Maldonado recuerda que decidió estudiar medicina cuando tenía cuatro o cinco años de edad. “Un día, en mi casa, habían unos seis o siete estudiantes de medicina (no recuerda quiénes eran), reunidos alrededor de la mesa del comedor debatiendo sobre una patología, -y aunque yo no entendía nada, sabía que era muy importante-. En ese momento comprendí que tenía que estudiar medicina”, afirma con un tono de voz claro.

Alfredo es el único hijo del matrimonio Maldonado Rossetti; sus padres hicieron todo lo posible para cumplir sus sueños. Es así que en 1962 ingresó a la Universidad Mayor de San Simón y fue en 1969 que dejó esta casa superior de estudios.

En aquellos años, su entrega por la medicina crecía sin medida, así como también su pasión por la igualdad de los derechos estudiantiles.

“Ocupé el cargo de Ejecutivo de la Federación Universitaria Local-UMSS y también fui Ejecutivo de la Confederación Universitaria Boliviana, hasta 1970”, cuenta Alfredo. Cargos que le cambiaron su futuro.

En 1970 el flamante profesional decidió especializarse en Neumología, para lo cual se ausentó del país durante tres años. “Ingresé al Hospital del Tórax en Santiago de Chile y concluí mi especialización en 1973. Cuando volví, la vida me había preparado un cambio de planes y no pude quedarme en mi país. Fui apresado por mis antecedentes dentro el movimiento estudiantil”, recuerda.

Luego de tres meses en la cárcel de San Pedro, en la sección de presos políticos, fue exiliado a Venezuela, donde revalidó su título profesional y prosiguió sus estudios de sub especialización; además de ocupar cargos importantes como Jefe del Programa de Control de Tuberculosis y también cumplió funciones en el Seguro Social de ese país.

En 1980 retornó a Bolivia para acompañar a sus padres e iniciar un nuevo capítulo en su vida. “Mi primer trabajo como neumólogo fue en el Centro Médico Boliviano Belga, cargo que aún de-sempeño”, dice Maldonado.

En la vida personal Maldonado tiene la dicha de tener cuatro hijos, tres del primer matrimonio y una del segundo. Sus nombres son: Javier, Alejandra, Andrea Maldonado Villegas y Luzciela Maldonado Camacho. Retoños a los cuales sigue impulsando para que cumplan sus sueños y metas.

Después de muchos años de trayectoria y dedicación, Alfredo Maldonado es uno de los más destacados de la región. Entre los cargos que ocupó se encuentra: Presidente de la Sociedad de Neumología, Asesor Nacional del Programa de Control de Tuberculosis - Ministerio de Salud, Vicepresidente de la Sociedad Boliviana de Neumología y actual Vicepresidente de la Academia Boliviana de Medicina.

Maldonado Rossetti también dedicó su vida a la transmisión de sus conocimientos; fue catedrático titular de la materia de Neumología, en la Universidad Mayor de San Simón hasta el 2008.

Actualmente ejerce como docente de Postgrado UMSS - Centro Médico Belga en Neumología.

La bomba del cuerpo

Hace poco más de dos años, un 15 de septiembre de 2013, se hizo historia en la medicina boliviana. Por primera vez en el país, un equipo multidisciplinario de 29 especialistas realizó la separación de las siamesas Damaris y Danitza Mita; las cuales nacieron unidas del tórax y abdomen, por lo que se tuvo que separar los corazones e hígados.

En la inédita operación de la separación de las siamesas, la parte de cardiología estuvo en manos de Carlos Brockmann Rojas, cirujano cardiovascular del Centro Médico Quirúrgico Boliviano Belga, donde se realizó la intervención quirúrgica.

Este destacado médico obtuvo mayor reconocimiento, no solo a nivel regional o nacional sino también que su fama trascendió fuera de las fronteras nacionales.

Si se tuviera que describir al doctor Carlos Brockmann solo bastaría con mencionar cuatro palabras “pasión por su profesión”. Un interés innato que lo lleva a entregarse en cuerpo y alma a su profesión.

Carlos Brockmann Rojas estudió en el colegio Saint Andrew’s de La Paz hasta segundo medio, luego se ausentó a EEUU donde vivió un año y luego por razones familiares se trasladó a Quito, Ecuador donde concluyó su bachillerato.

Al culminar esta etapa de su vida Brockmann sabía que debía volver al país para estudiar medicina. “Creo que mi pasión por la medicina surgió cuando era niño y veía como mi abuelo, Jorge Rojas Tardío, se entregaba por completo a sus pacientes”, recuerda con gratitud.

En 1984 ingresó a la Facultad de Medicina de la Universidad Mayor de San Simón y en 1991 concluyó el internado. Paralelamente a su pasión académica, Brockmann también comenzaba a emprender otra faceta de vida, el matrimonio.

Contrajo nupcias con Mónica Barrenechea, hija del médico fundador del Centro Médico Quirúrgico Boliviano Belga, Juan Pablo Barrenechea, situación que sin querer cambiaría su destino para siempre.

“Yo tenía que ser otorrinolaringólogo como mi abuelo. Estaba haciendo mis papeles para la residencia en Chile cuando mi suegro me invitó a observar una operación a corazón abierto. El momento en que el corazón dejó de latir y el especialista intervino quirúrgicamente, -cortando, colocando las válvulas y suturando-, y cuando retornó el latido... sentí que ese momento era mágico, y yo quería hacer esa magia para siempre”, asegura Carlos.

Es así como asumió la decisión de especializarse en Cirugía general en el Centro Médico Quirúrgico Boliviano Belga, por el lapso de tres años y luego asumió el desafío de irse a Bélgica para realizar la especialización en Cirugía torácica y cardiovascular en la Universidad de Lovaina, por cuatro años más.

“Nos fuimos en familia. Por aquel entonces ya teníamos una pequeña hija, Carla. Mi esposa me ayudó y apoyó mucho en esos años de formación. Luego de cuatro años volvimos al país, con un miembro más en la familia, Cloe”, señala el médico.

En estos 25 años de actividad profesional, cientos fueron los pacientes que recibieron una segunda oportunidad y lo hicieron de la mano de Brockmann. “Siento que esta especialidad es un reto. A veces tenemos pacientes con casos que no están registrados y tenemos que estudiar mucho más para darle una solución duradera”, explica.

“La medicina es una pasión que nos hace renunciar a muchas cosas; pero, ese desapego es retribuido con miradas, gestos, sonrisas y llanto de gente que viene a buscar una segunda oportunidad”.

Pero así como hay momentos de grandeza también hay momentos de profunda frustración profesional, es que estos galenos tienen literalmente la vida de sus pacientes en sus manos.

“Los errores de un médico traen dolor y debemos repensar los procedimientos quirurgicos para evitarlos”, afirma Brockmann.

Este profesional recibió varios reconocimientos, entre ellos al Mérito profesional, otorgado por el Ministerio de Salud y el 2014 la Medalla de Ciudadano Meritorio, en reconocimiento a su participación en la cirugía exitosa por separación de siamesas. A la fecha Carlos Brockman es presidente de la Sociedad Boliviana de Cirugía Cardíaca, Toráxica y Vascular.

Brockmann reflexiona sobre la importancia de sentir pasión hacia la profesión, sea la que sea; porque sin pasión no hay un motor de impulso que guíe para alcanzar la cima profesional.

No hay comentarios:

Publicar un comentario