martes, 13 de mayo de 2014

Sobrecarga: una enfermera para 45 camas

Son el primer contacto que tiene el paciente cuando llega a un hospital y son también las que más tiempo pasan al lado de ellos cuando son internados. Las enfermeras desempeñan una importante labor en los centros hospitalarios, pero muchas veces su función se ve limitada por la sobrecarga de trabajo. Según datos oficiales, en los seis hospitales más grandes de la ciudad una enfermera debe hacerse cargo de 45 camas, cuando los parámetros internacionales establecen una enfermera para diez camas.

A propósito del Día Internacional de la Enfermera, que se celebró ayer, el Colegio Departamental de Enfermeras divulgó estadísticas que reflejan la carencia de personal en el departamento cruceño, situación que es atribuida a las falencias del sistema de salud.

La titular del organismo colegiado, Leonor Flores Ibáñez, informó de que el sistema público cuenta con 1.247 enfermeras (entre licenciadas y auxiliares de enfermería), pero si toma en cuenta que por cada 10.000 habitantes debe haber una enfermera, el déficit alcanza a 4.633.

En los hospitales San Juan de Dios, Japonés, Percy Boland, Mario Ortiz, Oncológico y Francés una enfermera debe atender un promedio de 45 camas.

De todos estos nosocomios, en la maternidad el trabajo es aún más sacrificado, ya que una enfermera tiene que cuidar 60 camas, o sea 120 pacientes, puesto que la asistencia es madre-niño.

Flores hizo notar que una de las principales reivindicaciones del sector es lograr una mejor remuneración, puesto que perciben salarios bajos. El sueldo de una licenciada en enfermería recién incorporada es de Bs 2.900 y con 20 años de antigüedad llega a Bs 6.738.

Descatan la vocación

Flores señala que, pese estas limitaciones, la vocación y el deseo de servir a los demás son las principales características de esta profesión, aunque admite que muchas veces no pueden dar calidad en la atención al paciente ante la saturación de trabajo y la falta de adecuadas condiciones laborales.

Las enfermeras aseguran que el oficio no las ha vuelto insensibles, pero sí les ha ayudado a formar el carácter, porque en cada jornada se enfrentan a situaciones dramáticas y críticas.

Casta Ayala, que ejerce esa profesión hace 33 años y es docente en la Uagrm, llama a sus colegas a no olvidar la vocación de servicio

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